ESLIDA

Eslida es una población ubicada a 381 metros de altitud en el corazón del Parque Natural de la Serra d'Espadà, en la falda del monte de su castillo musulmán, a los pies del majestuoso Puntal de l'Aljub (949 m), situada en la comarca de La Plana Baixa, en la provincia de Castelló.

Actualmente cuenta con una población cercana a 800 habitantes, aunque a principios del siglo XX llegó a superar los 1.500. Al principio, las emigraciones eran de carácter temporal para trabajar en grandes cosechas de otras zonas, pero con la Guerra Civil Española se convirtieron en permanentes y el pueblo pierde población progresivamente. No obstante, la población estacional en verano roza las 3.000 personas por su atractivo paisajístico y como estación veraniega desde hace casi un siglo.

Su fascinante orografía cuenta con frondosos bosques de pinos y alcornoques, con picos como La Costera, Tarraguan, El Puntal de l'Aljub, Fonillet, El Batalla o Cocons. En un pequeño valle surcado por el río Anna como principal curso de agua y multitud de abruptos barrancos que acaban desaguando en él, aún se observa la intensa explotación agrícola y los abancalamientos al que ha sido sometido su término a lo largo de más de un milenio.

Los hallazgos más antiguos en su término municipal se remontan al Eneolítico o Edad del Bronce (1900 aC). Pero es durante la época musulmana cuando se produce la colonización del territorio en un núcleo principal (la actual Eslida, al pie del castillo) y en diversas alquerías o explotaciones agrícolas vinculadas a los cursos de agua.

En la Baja Edad Media, Eslida fue capital de un pequeño cadiazgo, lo cual le procuró un cierto prestigio por su gran desarrollo cultural y religioso, al poseer una escuela de alfaquíes de referencia entre la intelectualidad islámica. Con la conquista de Burriana (1233) por Jaume I, esta zona de influencia de la Plana se va rindiendo sin demasiada oposición gracias a los pactos amistosos que firman los sarracenos con el rey cristiano. Así, en 1242 es otorgada una Carta de Población a Eslida y a otras alquerías bajo su influencia, por la cual el nuevo régimen les permitía continuar viviendo en su espacio secular y practicar su religión y costumbres. 

A principios del siglo XVI se producen unos hechos que cambiarán su estatus y su identidad: las Germanías y la Monarquía Hispánica de Carlos I propiciarán el bautismo forzoso de todos los seguidores del Islam, que pasarán a denominarse moriscos. La revuelta de Espadán de 1526, paralela a la de la Alpujarra granadina, será el final de la tolerancia y el declive de aquellas comunidades, expulsadas definitivamente de estas tierras en el otoño de 1609.

 El Duque de Segorbe (más tarde llamado de Medinaceli), señor de Eslida y de otros pueblos de la Sierra de Espadán, se vio pues en la necesidad de repoblar sus dominios con nuevos moradores para continuar obteniendo rentas de sus posesiones. En 1611 y 1612 se firman escrituras de población con varias familias venidas de la Plana, cristianos viejos como se decía entonces. A aquel núcleo inicial se le da una casa y tierras, siempre de la propiedad del duque, al cual se le pagaban los censos por el uso de los servicios básicos comunales.

La población llegará a crecer hacia finales del siglo XVII, y en el XVIII ya se detectan necesidades de ampliación de edificios básicos como la iglesia parroquial.  Este crecimiento implica también la salida de las antiguas murallas como reducto protegido de población, y a principios del siglo XIX se produce el primer gran ensanche con nuevas calles bajo el carrer de Baix, que marcaba el límite este de la muralla. Con el siglo XX llegará otra nueva ampliación paulatina más allá del Barranquet, que constituía otra frontera natural y de protección medieval. Las últimas ampliaciones, que llegan hasta nuestros días, se efectúan alrededor de la carretera y con algunas urbanizaciones de pequeño tamaño.

Por lo que respecta a la economía a lo largo de la historia, solo podemos denominarla de subsistencia hasta bien entrado el siglo XX. Tradicionalmente podemos hablar de agricultura y ganadería con pocos excedentes, minería básica, apicultura, carboneo, etc.  

Actualmente, además de sus buenos productos apícolas, es importante destacar para la economía de Eslida la existencia de la industria del corcho en todas las fases del proceso de obtención de tapones de alta calidad por las características del material.

Fuente: Òscar Pérez Silvestre. 
Eslidense, filólogo e historiador, que desde 1995 se dedica a la investigación en campos como la literatura, la historia social de la lengua, la cultura tradicional y la historia de la sierra de Espadán.

 

 

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